viernes, 12 de marzo de 2010

Nuria Varela

El feminismo es un impertinente. Es muy fácil hacer la prueba. Basta con mencionarlo. Se dice feminismo y cual palabra mágica, inmediatamente, nuestros interlocutores tuercen el gesto, muestran desagrado, se ponen a la defensiva o, directamente, comienza la refriega. Porque el feminismo cuestiona el orden establecido, y el orden establecido está muy bien establecido para quienes lo establecieron, es decir, para quienes se benefician de él.

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